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El Ajedrez es todo un mundo. Un mundo apasionante e inabarcable, lleno de sorpresas, esperanzas, giros, desafíos, derrotas y victorias. El ajedrez te reta la mente para que encuentres salida a tu apretada situación, para dar con ese movimiento que te libra del jaque y te deja en una posición ventajosa.

Hay miles de historias y leyendas, personajes de cerebros privilegiados que lo han dejado todo por liderar a su ejército de peones hacía la conquista del flanco opuesto. Y es que el ajedrez engancha, a pesar de su mala reputación como juego aburrido (porque hay que pensar), y por esa idea de que es un juego solo para los brillantes. No es verdad, sobre el ajedrez hay películas, libros, podcasts, programas de radio y un sinfín más de formas de hacer que el entramado del juego se entrelace con la vida para todo aquel que quiera disfrutarlo. La vida misma reflejada en esas 64 casillas blancas y negras, enseñándonos valores como la nobleza, ya que hay que anunciar siempre a tu rival que está en jaque; sacrificio y lealtad, cuando pierdes una buena pieza a cambio de salvar a tu rey; generosidad, cuando ofreces tablas; valentía porque nunca puedes llevar a tu rey a un suicidio; perseverancia, aguantando la partida que, de antemano, uno sabe que está avocada al fracaso y , finalmente, permiso a uno mismo para admitir la derrota, reconocer al contrincante y rendirse.

Descubrí el ajedrez de la forma más inaudita. Entre las cosas que menos gustan está el ver la televisión, ni siquiera tengo una desde hace más de 15 años. Pero una noche, por complacer a mi pequeña hija, el azar me llevó a elegir una serie con un nombre extraño, pero carátula atractiva. Sí, exacto, la archiconocida y exitosa serie Gambito de Dama de Netflix, solo que yo ni idea tenía de que esa serie estuviese de moda (menos aún sabía que es la adaptación de una novela). Inesperadamente me ví fascinada por la personalidad de la protagonista y atrapada por el desarrollo de esa trama ajedrecística. Tanto así, que al día siguiente se lo comenté a mi amiga Shirley, quien me miró con ojos de sorpresa y me dijo que ella también había empezado a verla y estaba igualmente bajo el hechizo del personaje principal. Pocos días después, ya habíamos devorado todos los capítulos de esta mini serie y estábamos comentándolo cuando, de repente, mi amiga que es una mujer de naturaleza inquieta, mente curiosa y alma aventurera me propuso que empezáramos a jugar al ajedrez. “Pero si casi ni sabemos las reglas”– respondí, “Pues aprendemos”, sentenció la intrépida e irrefrenable Shirley. Dicho y hecho, en menos de tres días teníamos ya un pequeño tablero y comenzamos a amenizar noches de lluvia y vino tinto con esas partidas de novatas, plagadas de errores graves, oportunidades de victoria desaprovechadas y algún que otro movimiento estratégico (los menos, diría yo).

Como hacíamos partícipes de nuestras historietas de batallas descarnadas al resto de amigas, no pasó mucho tiempo antes de que todas estuvieran interesadas en sumarse al club y, de esta forma, lo oficializamos con el nombre de Ajedrez Solamente y nos bautizamos como ajedrecistas. Shirley, fundadora por derecho del Club, se puso de nombre SamaraHarmon, porque está enamorada del lugar en el que vivimos y de Elizabeth Harmon a partes iguales; Iris es Motherofcats porque tiene un amor incondicional e infinito hacia los mininos; Sonja es conocida como Salsabrava pues, como experta surfista que es, quiso llevar el nombre de una ola ¿no es maravilloso?; Laura cuyo apellido es Ellington se autodenominó Abuellington, en contraste con un anterior mote que tuvo de joven, cuando era la Devillton y yo, que en el momento lucía unas piernas llenas de moratones, gracias a mis acrobacias en telas, me apodé Dalmataqueen, por la semejanza con la piel moteada de esa raza de perros. Así que, cada semana nos convocamos para un torneo, sacamos el vino, nos quitamos las chancletas y comienza el espectáculo: alaridos de dolor por perder la reina, amenazas serias de muerte que quedan en nada, miradas de reojo, despistes con consecuencias trágicas para el rey, risas, pullas, chistes, groserías… Al final del juego somos un poco más amigas aún de lo que ya éramos al empezar, nuestro lazo de unión de hermanas se hace más fuerte e inquebrantable. No es solo el ajedrez lo que nos une, no, pero ha sido un gran descubrimiento y disfrutamos como niñas.

Gracias al ajedrez, además, diseñé una actividad para mis clases de español, en la que los estudiantes entrelazan los movimientos de sus piezas con la narración de una historia que escriben al mismo tiempo, de forma espontánea, creativa y colaborativa. Tuve mis dudas, pensé que tal vez no fuera a ser interesante para los alumnos, sin embargo, no fue así y hasta los alumnos que no sienten demasiado interés inicial por el juego terminan poniendo todo su empeño en ganar la partida, y en escribir su parte de la historia, de la mejor manera posible. Y no solo eso, sino que tuve el honor de participar, con esta actividad a la que llamé Ajedrezele, como ponente en un encuentro de profesores de enseñanza de español, organizado por la mejor web de recursos de Ele que existe hoy día, www.profedeele.es . No gané ningún premio, en dinero, quiero decir, porque el solo hecho de participar y de recibir los halagos de excelentes compas de profesión fue más que el mejor de los premios posibles. Si eres profe de español y quieres usar la actividad en tu clase, aquí puedes encontrar todos los detalles de cómo llevarla a cabo. https://espanolenruta.com/2021/06/19/ajedrez-en-la-clase-de-ele/

Si ya empiezan a sentir el gusanillo del ajedrez, les invito a que visiten también la página web de un excelente profesor venezolano afincado en Chile, www.jesuschess.cl  , quien hace magia con el ajedrez y hasta ha enseñado a jugar a niños ciegos en clases on-line, increíble pero cierto. Ojalá algún día pueda tomar clases con él y así ganar, de una vez por todas, a mis más temidos rivales, kinabalu y Uchamou.

Y, como cuando el alumno está listo aparece el maestro, hace poco tuve la suerte de compartir aula y ajedrez con el subcampeón suizo de ajedrez, Modest Jiang, con quién de verdad disfruté de 2 semanas de español y ajedrez de primer nivel. Gracias G4_biT por los trucos y la paciencia.

Podría decir mucho más sobre este apasionante juego, del que hasta la sonoridad del nombre me resulta deliciosa, pero creo que, mejor, voy a terminar una partida intensa, apasionante y de final incierto que me traigo, desde hace ya algunos días, con SamaraHarmon.

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