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De entre todas las artes, en mi opinión, la música es la más envolvente de todas. Y de entre todos los instrumentos, la guitarra española es el que tiene el alma más fiestera y gamberra.

La música es envolvente ya que no requiere de ningún esfuerzo ni atención para que te llegue, claro que puedes también escuchar música con plena atención y descubrirás maravillas, pero mientras realizas cualquier otra actividad, la música te acuna, traspasando muros y paredes hasta llegar a donde estás y atraparte. Aunque, a veces, ni siquiera seas consciente de que te está meciendo a su antojo, de que está empezando el efecto de la magia de las notas de música en tu cuerpo y en tu mente, llevándote a otro estado superior.

La influencia de la música en nuestras vidas es tal, que hay muchos que declaran no poder estudiar si no es con música, otros son incapaces de estar en la casa o en el coche sin tener música, desde que entran hasta que salen o se van a dormir, precisamente también los hay que solo logran conciliar el sueño bajo los efluvios musicales. Determinadas canciones te hacen llorar o sonreír, te ahondan en el sentimiento de pena o te llevan a la alegría y esperanza, sin que puedas hacer nada por evitarlo, algunas saben a verano, a sal y arena, a primer amor, y estas llevan el tacto incluido en sus melodías.

La música te atrapa, te hace suyo, hasta tal punto que hay gente que tiene que bajar el volumen de la radio para poder aparcar, porque los desconcentra y, a veces, la música puede llegar a irritar, cuando no te gusta y te ofusca, “ ¡Apaga ya esa música ratonera!” hemos escuchado decir todos a nuestras madres, ¿o no?.

La música te engatusa y encandila, como en el cuento del Flautista de Hamelin, porque la música es poderosa. Y lo es especialmente cuando se mezcla con lo visual. No estoy pensando en un concierto multitudinario en el que oyes la música e intuyes a los músicos, aunque sin lugar a dudas, esa también es una super experiencia musico-visual, pero me refiero más bien a esas situaciones en las que el instrumento está a la par tuya, y entonces caes rendido ante la magia. Los gitanos han hecho de esto un arte con el flamenco, uniendo la música de guitarras y otros instrumentos como las castañuelas, el cajón etc., el cante y el baile. El resultado es obvio, éxito total.

Hace unos días celebramos las bodas de oro de mis padres con una gran fiesta. No faltó de nada, incluso música en directo hubo. Tuvimos la suerte de contar con un grupo flamenco increíble, personas generosas, profesionales, artistas de olé: Javi y Santiago con las guitarras, Sergio con el cajón, Irene como bailaora y la cantaora María. Podría tratar de reproducir aquí los halagos y aplausos que se escucharon por parte de todos los invitados de la fiesta, pero prefiero ofrecerles una imagen. En algún momento, cuando Irene con una increíble forma de bailar  y Maria con su impresionante voz se hicieron con el improvisado escenario, todos los niños, de entre 6 y 16 años que allí estaban, abandonaron sus juegos y sus móviles para arremolinarse en las escaleras, al pie del escenario y admirar, con absoluto deleite, lo que veían. Y así se mantuvieron, absortos, en silencio, empapados de arte, envueltos en música.

Pero todo tiene su final y la música terminó… sin embargo, los guitarristas se quedaron un rato más a tomar unas cervezas después de la actuación  y, como decía al principio, la guitarra tiene alma de fiesta, es gamberra, le gusta animar el cotarro, por pocos que haya. Así que volvieron a armar los equipos y retomaron la tarea. Los invitados se iban yendo, pero Javi y Santiago, incansables, talentosos, ingeniosos y divertidos no paraban, así que esto unido a unos pocos que nunca queremos abandonar una buena jarana, fuimos haciendo el corrillo más estrecho alrededor de ellos hasta las tantas de la madrugada.

Y es que cuando las guitarras suenan, todo es armonía, otra vez esa magia y ese hechizo hace efecto y la gente se divierte, afloran voces improvisadas que tratan de entonar una canción, hay risas, palmas, recuerdos de otros tiempos, chistes, improvisación y un buen rollo impresionante. Hay una admiración absoluta, dibujada en la sonrisa y en el brillo de los ojos, cuando puedes apreciar cómo estos artistas “fabrican” la música, cómo hacen salir, con destreza indescriptible de manos y dedos, las notas que llenan el espacio, el cuerpo, la mente, la noche.

Gracias a mis padres por celebrar tan magnífico evento, a mi hermano Gonzalo por tener la idea del grupo en directo y a los músicos por envolvernos en tan deliciosa música toda la noche.

Aquí dejo un pequeño video de Irene bailando y de María cantando

. Es realmente arte en estado puro

 

 

 

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