Desde pequeña hasta el día de hoy, me encantan los columpios y cuando hay alguno cerca, rara vez resisto la tentación de subirme a él y balancearme con toda mi fuerza. Me encanta disfrutar del viento, notar mi pelo en movimiento y sentir la magia de la risa que envuelve el juego de este sencillo entretenimiento para niños.
Un día, allá en la playa de mis sueños, en mi playa Sámara, encontré uno. El mejor que he visto en toda mi vida. El columpio consistía en una tabla de madera, más larga de lo habitual para un columpio, como para que dos personas adultas pudieran sentarse sin apenas rozarse, situado entre dos palmeras divinas, de frente al mar y a la Isla Chora. La visión desde ese columpio no podía ser mejor, la brisa marina del Pacífico acariciándote la piel en cada vaivén, el rugir de las olas, el sol colándose entre las hojas de las palmas… Desde el día que lo encontré, lo convertí en mi lugar favorito de la playa y no había día en que no fuera a mecerme, junto a la mejor compañía posible, mi pequeña África.
Mi amiga y alumna Cher Compton, norteamericana, artista, bellísima persona y escritora de un diario costarricense, me había comentado unos días atrás, que había empezado a escribir acerca de restaurantes y tiendas nuevas en el pueblo. Ese día, el día que descubrí el columpio y me balanceaba con mi hijita en el regazo y sentía que había descubierto el mejor lugar del mundo en el que pasar un buen rato cada día, pensé en Cher y en decirle que ese lugar también era nuevo, mágico y digno de una reseña literaria.
Y, como la mente es tan poderosa, apenas había terminado de pensar esa idea de escribir un artículo sobre el columpio de la playa, como actividad de escritura creativa de nuestras clases de español, cuando desde mi privilegiada localización la vi, paseando con su perro, por la orilla del mar. Y ella, también me había visto a mí y a África, abrazadas, moviéndonos al compás de las olas.
Las dos habíamos tenido la misma idea en el mismo momento.
Aquí les dejo el artículo que escribió Cher para el diario La voz de Guanacaste y que para mí significó muchísimo, pues de esta forma inmortalizamos para siempre uno de los recuerdos más bellos que tengo de esa época de mi vida.
Gracias Cher.
http://www.vozdeguanacaste.com/es/blog/mas-que-una-tabla-con-algo-de-cuerda
Desde hoy veré los columpios de otra manera, algo profundo donde pueden tener pasada varias ramas de la sensibilidad humana.
Muchas gracias Ortega por tu comentario y me alegro muchísimo de que a partir de ahora veas los columpios como algo mucho más profundo que un simple juego de niños, has descubierto su magia y eso es maravilloso.
En el anterior comentario sobre los columpios, puse pasada donde quería decir POSADA.
Perdón.
Hermoso artículo…tuve la suerte de disfrutar de ese columpio…y ahora tras leer tu descripción, se me caían las lágrimas de nostalgia, nostalgia por eso descripción tan vívida que diste sobre tu experiencia sentada allí….esa vista, esa isla, esas palmeras por doquier, y ese océano acariciando la costa de nuestra playa, de nuestro lugar en el mundo lejos de casa, Samara…cómo te hecho de menos., Y a ti mí amiga…?
Y, algún día, volveremos a sentarnos juntas en ese columpio. No lo dudes, el destino volverá a reunirnos. Besos amiga
Tengo muchas memorias a Samara y la vista a la Isla Chora. Me encanta el recordatorío de esa lugar y quiero regresar pronto.
Lo he vuelto a leer y creo q aún me ha gustado más… También creo que me han entrado más ganas de volver… Sois maravillosas, como Sámara y como ese columpio que tengo probar y que mejor que con vuestra compañía… Volveremos???pura vida
Gracias por compartir sus pensamientos sobre el columpio en Playa Sámara… y la foto también! Me da ganas de conocerlo , así que voy a estar buscándolo. Todavía no he podido encontrar el artículo de Cher Compton pero lo voy a buscar. Por cierto, muchíssimas gracias por su paciencia en ayudarnos sus estudiantes de español en mejorar nuestro conocimiento del idioma y en poder escribir también!