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Emmett Till murió linchado a los catorce años de edad, en 1955, por el simple hecho de ser negro. Este es el tema de la película titulada Till. El film es hermoso y desgarrador. La actriz que protagoniza la madre de Till es una mujer bellísima que transmite hasta sacarte las lágrimas el sufrimiento por el que pasa desde que se sabe la noticia de que su hijo ha desaparecido hasta el final. Un final que no es feliz, pues no fue hasta 2022 cuando Estados Unidos aprobó la ley contra linchamientos. La pobre madre nunca vio cumplido el que fue su único motor de vida, hacer justicia a su hijo. Los asesinos salieron airosos del juicio, pero tiempo después confesaron y su crimen se saldó con una multa de cuatro mil dólares, sin pasar por prisión, sin perder por un segundo su condición de hombres libres. La mujer que orquestó aquel brutal linchamiento directamente nunca fue ni si quiera acusada.

La película tiene un ritmo lento y unas imágenes preciosas, la cámara se detiene en las manos de la protagonista, en la sonrisa de su hijo, en diálogos de una vida normal y corriente. Lo que me encanta, pues últimamente me da la sensación de que todo va como los mensajes del WhatsApp, x2, y lo detesto.

A los escasos diez minutos de película, Mamie, la madre de Till, le advierte de que el viaje que quiere hacer con su tío y primos a Mississippi tiene riesgos, le dice que allí las cosas son diferentes que en Chicago para los negros. Yo estaba viendo la película en su versión original en inglés, con subtítulos en inglés también, dentro de un avión con destino a San José, y al oír esta palabra (negro) di un respingo cuando en el subtítulo de dicha palabra aparecieron tres asteriscos. Hasta donde yo sé, en algunos programas televisivos cuando el actor dice un taco o palabra malsonante suena un pitido y entonces el pitido se traduce como asteriscos en los subtítulos. Aun así, se puede intuir que es un taco o insulto pues tanto en la versión auditiva como en la escrita queda el inicio de la palabra. Me quedé esperando a ver si en la película soltaban alguna palabrota y ver si también la censuraban, pero no hubo ningún insulto, ni improperio ni nada a lo que ponerle asteriscos más que a la palabra “negro”.

Yo sé que, en inglés, la palabra “nigger” es considerada un insulto, que era la que usaban los blancos para referirse a los negros cuando éstos no gozaban del estatus social de persona. Por eso, como insulto, no la usa nadie. En la película no dicen nigger, sino negro, que es un sinónimo de nigger, me imagino; pero tanto uno como otra deberían haberla escrito en el subtítulo, pues es lo que el director del film puso en su guion y no veo porque el que escucha la puede oír, pero al que solo lee se le reserva de la malsonancia del término, tal vez por sordos, ¡ups! ¿Se puede decir sordo?

La cosa es que se eliminan palabras como para querer borrar así la historia, pero la historia está ahí, los hechos no se borran por sustituir una palabra por otra, como es la moda ahora de decir “N-Word”, ¿Es posible ser más hipócrita que eso? Si el objetivo es enseñar a los niños, y a algunos adultos que aún no lo han pillado, a no ser discriminatorios, respetar y no juzgar por la apariencia o las creencias u otras cosas, tendrán que saber la historia y eso incluye la historia del brutal racismo de los Estados Unidos, con palabras incluidas.

La palabra negro, tal y como la usan en la película docenas de veces, es usada por los negros para referirse a ellos mismos. Es decir, hablan de nosotros los negroes, de las leyes para el voto negro, etc pero también la usan los blancos, con un tono despectivo hacía los negros. Las mujeres también hemos sufrido la supremacía de un determinado grupo, el de los hombres, en algunos lugares aún ocurre, y también hemos tenido que luchar para votar y tener derechos que otros sí tenían pero nosotras no, y a las mujeres también nos han llamado por la palabra “mujer” para menospreciarnos: “tenía que ser mujer”, “pero si solo es una mujer”, “tú, mujer, ven aquí”, “no puedes hacerlo porque eres mujer”. Entonces esto de los asteriscos me suena a lo mismo que si en una peli sobre la situación de las mujeres, cada vez que se hablara de las mujeres salieran tres asteriscos por cada palabra “mujer” incluida en el guion. No tiene sentido, ¿no?

En esa primera escena la madre de Till le está diciendo lo siguiente: “Till, debes tener mucho cuidado hijo, en Mississippi no tratan a los negroes como aquí”. Hagamos un experimento: un niño sordo está mirando la película, sabe que los asteriscos simbolizan un insulto o palabrota, así que el niño lee esto; “Till…. en Mississippi no tratan a los (imbéciles, idiotas, puercos…) como aquí”. Bueno, no me extrañaría que en ese momento al niño sordo se le salieran los ojos de las cuencas pensando que la amorosa madre de Till le está llamando todas esas cosas horribles a su hijo, que lo único que quiere es ir a pasar dos semanas al sur con sus primos.

Pero la realidad es que sí hemos llegado a ese grado de cinismo e ineptitud atroz. Tengo varios ejemplos recientes, pero este es el que más me ha gustado: hace tan solo unos días mi amiga del alma, Laura la chula, que es posiblemente el ser con menos malicia que puede haber sobre el planeta Tierra, la persona que se hace amiga hasta de las piedras, de quien nunca escuché decir ni una palabra mal de nadie, y que básicamente ha venido a este mundo a hacer feliz a quien tiene a su lado, me contó que estaba hablando con una chica de nacionalidad rumana. En algún momento mi amiga dijo algo como “mis amigos rumanos viven más abajo” y al punto la interlocutora saltó del asiento y acusó a La Chula de racista y xenófoba. Le dijo que decir “rumano” denota desprecio, que no debería decirlo. Bueno, así funciona la publicidad de lo políticamente correcto en las mentes de los borregos.

Otro ejemplo que me encanta es el de mi pequeña y amada Pippi långstrump, que cuando describe a su padre lo hace llamándole “Negerkung” es decir Rey negro, pero eso nunca lo sabrás porque ya se han encargado de censurarlo y modificarlo, ¿eso no va contra la libertad de expresión y los derechos de autor? Astrid Lendgren escribió Pippi en 1941 y posiblemente en ese momento, en Suecia, no era de racistas decir esa palabra, tal vez si vieras Pippi sabrías que no era racista y también sabrías que al decir esas palabras se sentía orgullosa de su padre lejos de estar insultándole ni a él ni a nadie.

Porque lo que hace la corrección política es enfangar las mentes con conceptos nebulosos. En la misma película aparece la palabra “de color” (“coloured” en inglés) un par de veces. Esta palabra, sin embargo, no lleva asteriscos, es aceptada plenamente. Volvamos a los niño: imaginen un niño blanco, un sueco, por ejemplo, rubio de ojos azules quien nunca ha visto a nadie que no sea similar a él. Al niño le dices “Mira, aunque tu no los hayas visto hay gente de color” y posiblemente el niño va a abrir mucho la boca y preguntar “¿De qué color? ¿Violetas? ¿Naranjas?” Entonces no sé qué salida tendrán los PC (politicamente correctos), pero creo que no hay más remedio que decirle “no, naranjas no, negros, unos más que otros, desde morenos hasta negros como el carbón, como los blancos que algunos parecen leche y otros, sin embargo, van hacia otra tonalidad más café” y el niño se hace mejor a la idea del color, digo yo. Pero no, es mejor confundir a la gente con conceptos vagos para hacerles creer que así ellos están siendo más solidarios, más respetuosos, más humanos. Perdón, pero no es así. Las palabras tienen muchísimo poder, y por eso mismo, hay que utilizarlas correctamente, de forma precisa, para no decir lo que no es, para no disimular la realidad. Porque el que quiere insultar y ofender lo hace, hasta con las palabras más bellas del diccionario, porque es el humano el que insulta, no la palabra. Claro que los blancos usaron la palabra “negro” (en inglés) para menospreciar e insultar y no para describir el color de la piel, pero igual se puede hacer con cualquier palabra, si a un blanco le llamas blanquito, o simplemente blanco antes de pegarle una paliza hasta matarlo también estás haciendo que la palabra tome connotaciones violentas.

Además, la palabra blanco no tiene asteriscos tampoco. Resulta que durante toda la película se habla de **** y de White ( blanco en inglés). ¡Vaya! Pues eso sí que es ser racista. O sea, que a los negros los tratamos de **** y a los blancos de blancos. Si lo que se quiere es eliminar el abanico de colores para no discriminar deberíamos por empezar a eliminar el blanco. ¿O estamos haciendo como predijo Orwell en 1984, reduciendo las palabras a una y su contraria? En el libro de Orwell no existe la palabra Paz, sino solamente la Guerra y la No Guerra y, como él explica de forma brillante, eso crea en la mente un solo concepto, el de Guerra. Y no es lo mismo que el hombre piense en Guerra y su contrario que en Paz, aunque aparentemente parezca lo mismo. No lo es. Lo mismo pasa con lo de llamar a los blancos, blancos y a los negros cualquier otra cosa menos negros.

¿Cómo se va a eliminar el racismo y el odio a otros si los negamos, si hacemos como que no están, como si fueran iguales? No somos iguales, nadie es igual que nadie, para empezar, pero compartimos características comunes con un número más o menos grande de personas. Yo me parezco mucho más al grupo de los españoles que al de los franceses, aun siendo muchos de los franceses blancos, de pelo lacio, ojos marrones y estatura media. Pero no creo que a los que yo me parezco sean superiores, ni mejores. A decir verdad, si hablamos de superioridad me parece que los negros nos dejan a los blancos a la altura del betún, nunca mejor dicho.

Decir que hay que tratar a todo el mundo con respeto, sin importar el color de su piel, religión o ideología es de primero de humanidad, no creo ni que necesite ser dicho, es una obviedad, a no ser que, como país, hayas mantenido hasta bien entrado el siglo XXI leyes que permitían el linchamiento hasta la muerte de un blanco hacía un negro, por ser negro. Entonces, tal vez sí, claramente necesitas explicar cositas, pero no a base de palabras tabú, precisamente. Los tabús no explican nada, esconden.

Lo curioso y paradójico de este asunto es que, además, a Till no lo mataron por negro solamente, lo mataron por hablar. Es decir, a Till lo condenaron las cuatro palabras que osó dirigirle a una mujer blanca. Según cuenta la película, Till entra a una tienda y sin reparar en el color de la piel, le dice a la mujer que parece una actriz de cine. Los primos sacan al inocente muchacho a tirones de allí cuando la chica ya estaba sacando la escopeta. Me parece que es muy interesante que ahora pase algo similar, posiblemente haya gente que al leer esto piense que soy una racista o xenófoba o similar, porque no están leyendo, solo están quedándose con las palabras tabús escritas sin asteriscos. Si tienes una red social y dices ciertas palabras, sin ningún ánimo de ofensa sino simplemente para describir (como gordo, bajo, feo, negro…), te linchan.  Tal vez no físicamente hasta dejarte tirado en un rio como a Till y a miles de otros negros, pero sí de manera social, te etiquetan de lo peor que se puede ser en este mundo y, en ocasiones, te cierran la cuenta en cuestión. ¿No es esto lo mismo que le paso a Till? ¿No fue el error de Till hablar sin ánimo de ofensa ante la persona equivocada?

Los colores, gramaticalmente, se encuentran en la categoría de sustantivos y adjetivos calificativos, sirven para describir y, por suerte, no vivimos en un mundo gris enteramente, así que todo tiene color, incluido las personas. Así lo hacía saber la medallista olímpica Ana Peleteiro. Ana es española, de madre gallega y padre africano, su piel es negra, de las claritas pero negra. Recientemente ganó una medalla y su compañero, también negro, estaba tratando de justificar que, aunque eran personas “de color” también eran españoles y representaban a España. Entonces, Ana, interrumpió a su compañero para decir: “¿De color? ¡Yo no soy de color, yo soy negra, de color son ellos!”. Y efectivamente los que somos de color, o más bien de colores, somos nosotros los blancos. Nacemos morados, nos ponemos rojos de vergüenza, pasamos por morenos si nos tostamos al sol, nos quedamos más que blancos, pálidos, en un susto y morimos de color ceniza. Sin embargo, a un blanco no se le ocurriría nunca disculparse por ser de colores y llamarse así mismo blanco. Eso es White supremacy y lo demás son tonterías: “Yo me quedo con mi color pero a tí te niego el tuyo, ale, asunto arreglado, se acabó el racismo”.

Tal vez “negro” en inglés sea una palabra en desuso, malsonante, recordadora de pasados horribles, pero es que parece que black, que es la traducción directa del color negro en español, también lo es, y además en los años 50 se usaba “negro”  por los propios afroamericanos y, además, lo empleaban los blancos como un insulto (a falta de un poco de imaginación y creatividad), pero lo más importante es que si el director de Till decidió meter la palabra en el guion, porque es una historia real y por tanto, usa el lenguaje del momento, no veo como justificar su transcripción como *** en los subtítulos. Si hoy no se usa la palabra está bien, las palabras cambian, aparecen nuevas y otras se olvidan, pero lo que no se debe olvidar es que a Till y a todos sus iguales de color de piel se les hizo justicia mucho después de que la palabrita fuera invalidada socialmente. Y eso, eso sí está mal de verdad.

 

 

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