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Si quieres aburrir a tus amigos, arruinar una fiesta o hacer que algunos te cojan manía no hay nada como hablar de gramática. La verdad es que, aunque me duela decirlo, a casi nadie le interesa este tema. Los términos como pluscuamperfecto de subjuntivo, pronombre reflexivo, análisis morfológico etc. producen rechazo, aburrimiento, tedio y desidia entre el que más y el que menos. Entre mis amigas tengo varias loquitas (algunas hasta se hacen fotos frente a la puerta de la Academía de la lengua española, como Iris en la foto que ilustra esta entrada del blog) a las que no solo les gusta el tema, sino que además se apasionan por él, y entablamos debates eternos sobre estos engranajes gramaticales que hacen que la comunicación entre las personas pueda ser perfecta y no solo entendible o directamente un galimatías. Estas personas, además de querer hablar bien y entender por qué, respetan la lengua como si de una madre se tratara.

Lo curioso es que desde hace un tiempo a algunos les ha dado por atacar a las lenguas, a todas, pero yo me voy a centrar en la que más me interesa porque es mi lengua madre, la española. Estos grupos insurgentes del uso correcto del idioma no hablan de gramática, no saben nada de ella, es más, ni de estilos, ni de literatura, no; lo que hacen es simplemente tachar al español de lengua machista y tratar de imponer una neolengua, basada en una ideología de género, haciéndole creer a todo el mundo que usando ese lenguaje, que ellos llaman “inclusivo”, te conviertes en una persona más solidaria, humana y empática con tus iguales. Y  muchos, por dejadez o por no pensar o por simplemente seguir al rebaño, se unen al absurdo de un lenguaje que sencillamente no es posible, ni correcto, ni siquiera biensonante.

En cuestiones de lengua la libertad es absoluta, cada uno puede hablar y escribir como le de la gana, pero existe una organización llamada Real Academia Española, que se creo con el fin de dar luz a los miles de entresijos y vericuetos de nuestra lengua. Los idiomas son códigos muy complejos que, por una capacidad innata del ser humano, somo capaces de manejar aparentemente bien, con soltura, pero en muchos casos sin precisión, sin acierto y sin lograr comunicar básicamente nada o lograr comunicar justo lo contrario de lo que se pretende. Todo en el idioma tiene una razón de ser, pero no es fácil dilucidar cuál, para eso se creo La RAE, para aclarar y hacer entender, para dar respuestas a quienes tienen preguntas, para mantener sus sólidos cimientos, pero nunca para imponer. No conozco a nadie a quien le hayan puesto una multa por hablar de manera incorrecta, como piensan los detractores de la RAE y del buen español.

Si alguna vez has tenido en tus manos una gramática básica de lengua española sabrás que es un libro de más de mil páginas escrito en letra y papel de biblia. Y si, además, te has atrevido a abrirlo y leerlo, sabrás que no es fácil la cosa. Es decir, que ponerse a criticar el papel de las personas que conforman la RAE es, de verdad, un atrevimiento que solo un ignorante puede hacer. La capacidad de la RAE para comprender y dar forma, explicar y dar ejemplos de todo lo que pasa en esta hermosa lengua, es sublime. La admiración que produce un informático por conocer determinados sistemas se queda a la altura del betún comparado con los de la RAE, en mi opinión, porque además la lengua está viva y va cambiando y adaptándose, pero no como quieren algunos a base de censura e imposición.

A través del tiempo los hablantes van modificando la forma y ampliando o restringiendo el uso de las palabras, por eso hay, por ejemplos, verbos irregulares… que casi siempre coinciden con los más usados. También aparecen palabras nuevas, inventadas o adoptadas y modificadas de otros idiomas. En España, cuando yo era niña, ya se usaba la palabra guay que, sin embargo, era completamente nueva para mis padres que nunca antes la habían oído y menos aún usado. Honestamente no se de dónde salió esa palabra. Hace poco mi hija me estaba hablando de un “esquinquer” y solo después de un rato me di cuenta de que la palabra es, en realidad, una adaptación fonética de “skin care” del inglés. Me imagino que, si este uso continúa, en algún momento la RAE lo incluirá en el diccionario, y algún día será normal decirlo. Pero el hecho de que ahora se empiece a usar el anglicismo no puede hacer que automáticamente se incluya en el diccionario y menos aún que se imponga, el término debe asentarse, ser usado de manera masiva, y eso, solo pasa de forma espontánea no impuesta. Pero lo más importante, una cosa es la aparición de nuevos términos, y otra muy distinta querer cambiar la gramática, es decir, los cimientos que sostienen la lengua.

Recientemente me llegó un documento, escrito por la Universidad de Chile en colaboración con muchas otras. Se trataba de un manual de escritura e inclusión. En él se indica que el manual está escrito con los siguientes elementos:

  1. Uso de la terminación -e como marca de género inclusivo: todes, niñes, amigues
  2. Desdoblamiento de género: los niños y las niñas, los hijos y las hijas, …
  3. Uso del femenino como género neutro. Es decir, decir carpintera para referirse en general a la persona que ejerce la profesión.

Claramente, las personas que han decidido esto son personas fuertemente ideologizadas que no tienen ningún respeto por la lengua. Todas esas propuestas inclusivas son contrarias a la corrección y al estilo, contradiciendo las reglas más básicas del idioma y contradiciéndose a sí mismos en su intento de inclusividad.

Empecemos por la -e, esto no es una marca de género, esto es directamente una invención y hace que todo el sistema de concordancia caiga. Claro que pueden inventarse palabras, pero ¿cómo las vas a concordar con el resto de elementos?, ¿con qué artículo concuerda niñes, con los, o con las o con les, que no es ni siquiera un artículo?, ¿en qué forma va el adjetivo, niñes listos, listas o listes?. A esto es a lo que yo llamo faltarle el respeto totalmente a la lengua.

Con el desdoblamiento contradicen el principio de economicidad de la lengua, mecanismo por el cual se tratan de evitar duplicaciones y redundancias innecesarias, dándole claridad a los mensajes que se quieren transmitir. Imagine un simple mensaje de este tipo: “Queridos padres y queridas madres, vamos a tener una reunión para hablar del avance de sus hijos e hijas, para que todos y todas puedan entender lo que los profesores y las profesoras esperan de este curso”. No hay necesidad, lo mires por donde lo mires.

Y, por último, la -a es una marca de género completamente excluyente, es decir, cuando se usa el femenino queda excluido todo lo que no lo sea. Si se quiere incluir a todo el mundo, se usa el masculino porque el masculino es la forma incluyente. Si dices “hola a todas” estás dejando a fuera del hola a todos los que no sean mujeres. Ahí si que estas siendo poco inclusivo, si es que es ese el objetivo.

Y, sobre todo, están excluyendo a todas las personas que por diferentes razones necesitan usar un diccionario, por ejemplo, y nunca van a dar con el vocablo niñe. También a todos los que necesitan leer a través de un sistema de reconocimiento de palabras y este sistema no tiene registrado palabras como estas que se escriben con -e al final, o con otras invenciones del tipo @ o X, como cuando escriben estudiantxs o nosotr@s,  ¿cómo se pronuncia la arroba? ¡ah, qué importa!, solo saben que, acorde a su ideología, en ese signo sí que se reconocen todas las personas que dicen identificarse con algo distinto del masculino y el femenino, pero no han pensado que dejan afuera a muchos otros, que lejos de promulgar ideologías lo que quieren es simplemente acceder a contenido escrito a pesar de sus problemitas de ceguera, por poner un ejemplo.

Se contradicen, además, así mismos, porque acusan al masculino de ser un género que ha logrado invisibilizar a las mujeres, en su uso como género no marcado, pero promulgan el uso de una -e neutralizadora que, hasta donde yo entiendo, no les da ninguna visibilidad a las mujeres. ¿Cómo es posible que una mujer no se sienta incluida en la palabra hermanos, pero si vaya a hacerlo en la palabra hermanes? ¿Cómo es posible reivindicar la lucha de la visibilidad de las mujeres en el lenguaje (cuando de por sí ya existe un género exclusivo para ellas), y al mismo tiempo decir que no importa el género?

Sin embargo, los tentáculos de estos grupos de presión del lenguaje llegan a las escuelas y les dicen a los maestros cómo han de hablar para que sus estudiantes no se sientan mal, para crear una conciencia de inclusivismo, que no es real, pero que lo parece y que por temor a que a uno lo etiqueten de conservador y fascista se adopta y así se evita problemas. Empresas como Google ceden a la presión y en su traductor te ofrece primero la versión femenina del término que buscas y después la masculina, dándole así el gusto a aquellos que creen que la mujer esta invisibilizada por culpa de una gramática machista que le da prioridad al hombre, como si la gramática supiera de comportamientos sociales.

Lo que pasa es que como decía mi madre, “se les ve el plumero”, pues a penas rascas un poquito ves que no pueden sostener su propio discurso. Google te dice que “host” en español es: anfitriona, en primer lugar, pero después sigue la ristra de sinónimos y estos aparecen así; el huésped, el hospedador, el anfitrión. Es decir, le baila el agua a los inclusivistas para salvarse de la peor crítica posible, nada más.

Hace cuatro años, la vicepresidente del gobierno en España, pidió que se redactara de nuevo la Constitución española por no ser inclusiva con las mujeres. La RAE elaboró un informe de 156 páginas en el que explica a la perfección que la Constitución española está escrita en un lenguaje totalmente inclusivo que se atiene a las reglas gramaticales (que no son en absoluto machistas) y al uso de la lengua del momento, por el cual ninguna mujer queda excluida en ninguna de sus partes. Si tienes dudas sobre esto puedes leerlo (https://www.rae.es/sites/default/files/Informe_lenguaje_inclusivo.pdf ), porque además de esta cuestión habla de otras relacionadas con este tema del sexismo en la lengua, y les aseguro que además de muy interesante te das cuenta, por las dudas, de que la RAE sabe de lo que habla, no dejan flecos sueltos, no se andan por la ramas y además, no le faltan el respeto ni a las mujeres ni a la lucha por la igualdad, dejando claro que nada tiene que ver la lucha de los derechos de la mujer, o cualquier otro colectivo, con la lengua.

Sin embargo, la RAE es también objeto de ataque, es acusada de ser una institución machista, llena de hombres que pretenden perpetuar el patriarcado y dejar a la mujer a la sombra. La RAE no impone nada, la misión de la RAE es: “velar por que los cambios que experimente la lengua española en su constante adaptación a las necesidades de sus hablantes no quiebren la esencial unidad que mantiene en todo el ámbito hispánico.”

De esta forma, cada uno puede elegir hablar como quiera y eso incluye hablar correctamente. Cuando a un profesor de escuela le dicen que no puede decir “niños” para referirse al conjunto de su clase y que debe obligarse a sustituir esa palabra por otra como “alumnado” o a decir “niñas y niños” o peor “niñes”, cuando les dan un manual de lenguaje inclusivo que contradice las normas de la gramática, le están coaccionando a que adopte un lenguaje que responde a una ideología y le están privando de la libertad de hablar correctamente, acorde a la única regla posible que es la que se dicta desde la RAE. En estos casos, la escuela, muy bienintencionada claro, plantea acertijos del tipo: ” si digo que a Pérez se le murió su hermano y que este hermano muerto nunca tuvo hermanos….” como algo imposible para así afirmar que a nadie se le ocurre que Pérez es una chica, y que eso demuestra que solo pensamos en masculino, es simplemente una treta para compensar la falta de argumentos reales. Decir que pensamos en hombres cuando oímos ” un grupo de abogados” es tan ridículo como decir que solo pensamos en mujeres cuando oímos ” un grupo de víctimas”. A veces, es verdad, las palabras solas no bastan, hay que explicar un poco más (piensen en el posesivo su o en el objeto indirecto le), y especialmente si hay que resolver un acertijo usando estrategias de pensamiento lateral, pero de eso tampoco tiene culpa la gramática.

Si, además, nos permitimos el lujo de desoír las recomendaciones de la RAE porque no interesan, ¿cómo podría ser posible que ese mismo profesor le diga a su estudiante que no se puede decir “me se cayó el lápiz” ?, ¿con qué argumento va a decirle que delante de b y p siempre hay m, como en bomba o pompa?, ¿y si el niño quiere escribir hospital sin h? ¿y si lo que pasa es que no le da la gana poner tildes? Y entonces, ¿si obligamos a la gente a hablar mal se acaba el problema de la violencia hacia las mujeres?,¿será el mundo más solidario en sus acciones con los grupos minoritarios de cualquier índole? Tal vez me falta optimismo, pero creo que no.

Respetemos nuestra lengua, porque es la herencia más valiosa que recibimos de nuestros ancestros.

 

 

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